viernes, 21 de octubre de 2011

Clase 11 - Lectura en público (20/10/2011)

Anticipadamente, Alberto nos comunicó via mail que la clase comenzaría un poco más tarde de lo habitual, debido a su participación en un evento de la UP.
La clase comenzó con la devolución del TP3. No hay dudas que es algo positivo tener una devolución personal de cada trabajo que realizamos. De esa manera podemos entender cuales fueron nuestros errores, podemos comentarlos y discutirlos con el profesor, generando ese "ida y vuelta" que no se lograría si no tuvieramos la devolución personal.


Luego se detallaron los temas que se tomarán en el parcial de la próxima semana.


Seguido a eso, comenzamos con la lectura individual de cada alumno. Hubo de todo: poesía, cuentos, canciones, chistes, moralejas, etc. Fue bastante entretenido.


Aquí les dejo el texto que leí en clase...

Tranvía (Alejandro Dolina. "El libro del fantasma", 1999)

Tal vez fue en Villa Urquiza. Manuel Mandeb venía vaya a saber de dónde. En cierto momento, al llegar a un empedrado se encontró con los rieles del antiguo tranvía.
No es posible saber qué silogismos se trenzaron en su cabeza. El caso es que se detuvo en una esquina y se puso a esperar. Ya era tarde. Pasaron horas. Un paseante curioso se le acercó.
—Lo veo desorientado ¿Puedo ayudarlo?
—No, gracias. Estoy esperando el tranvía.
El hombre le informó que hacía muchos años que ya no pasaban tranvías por allí.
—No importa. Esperaré.
Cada tanto se asomaba hasta el medio de la calle y un poco agachado escudriñaba el horizonte.
A veces caminaba algunos metros por la calle lateral, hasta que súbitamente volvía corriendo a la esquina, temeroso de que el tranvía apareciera justo en medio de sus modestas excursiones.
Más tarde, recordó que en este mundo las cosas se demoran cuando perciben que son esperadas. Resolvió ejercer el disimulo mirando en todas direcciones menos en aquella por la que podría aparecer el tranvía.
Llegó el amanecer. Vecinos madrugadores le sugirieron la con- veniencia de tomar el colectivo 107 pero Mandeb ya había tomado una decisión.
Durante la mañana, hizo algunas amistades ocasionales. El tránsito era un poco más denso, lo que lo obligaba a prestar más atención.
Llegó la tarde y otra vez la noche. En verdad pasaron muchos días. Por momentos Manuel Mandeb sentía que su fe se quebrantaba. Muchas veces sintió la tentación de optar por otros medios de transporte que se le ofrecían seguros, concretos, convincentes. Pero él esperaba el tranvía.
Las gentes del lugar le cobraron cierta simpatía y le convidaban pan y vino. En cierta ocasión fue a comprar cigarrillos y al volver pensó que tal vez en su ausencia el tranvía había pasado. Algunas personas le aseguraron que no, pero un hombre que espera tranvías no confía en nadie.
A veces se engañaba con luces prometedoras que finalmente eran el desengaño de un camión. A veces sentía que el momento estaba cerca y hasta llegaba a contar las monedas.
Nadie puede saber cuándo sucedió. Pero una noche, en el fon- do de la calle apareció una luciérnaga. Y luego se oyó un llanto mecánico. Poco después, amarillo y reluciente, un hermoso tranvía se detuvo frente a Manuel Mandeb. Desde el interior, un guarda fantasmagórico lo miró como convidándolo.
Mandeb permaneció quieto unos instantes y luego, sin decir nada, se alejó caminando lentamente. Un rato más tarde subió en un taxi y con voz firme ordenó:
—Artigas y Aranguren.

 
Luego de todas las lecturas que se realizaron, revimos la guía de lectura 2, en donde se despejaron las dudas que podrían haber surgido.

Fue extraña la sensación, pero la clase se me pasó volando. Que poco queda!

Hasta la próxima entrada!

Salud!
Wally

1 comentario:

  1. Buen post, lo único que modificaría es lo paratextual: el texto de cierre de tu post se confunde con el del cuento, y difiere del que venías usando...
    Saludos!

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