jueves, 20 de octubre de 2011

Guía de lectura 2

La narración
Narración tiene que ver con el conocimiento y la experiencia, tratándose no solo de tipo de discurso, sino de un modo particular de organizar el pensamiento y el conocimiento.
La narración se remonta al pasado oral, no hay cultura que no organice el conocimiento en forma narrativa y no lo transmita a través de relatos.
El psicólogo Jerome Bruner, explica que los seres humanos plantean sus propias vidas de manera narrativa, pensándola como un relato que va cambiando con el tiempo. Los actos, las acciones, los objetos, los instrumentos, el medio en el cual se mueven, son componentes básicos de la estructura narrativa.
La narración oral
Vladimir Propp, en su estudio de los cuentos tradicional rusos, encuentra que en todos ellos se repita la estructura. Siempre hay un protagonista que se va de su hogar en busca de una meta; en el trayecto tiene que superar una seria de pruebas, se enfrenta con su oponente y sale victorioso, regresando a su hogar convertido en héroe y, por lo general, contrae matrimonio. Según Propp, esa estructura es la huella, el recuerdo de un antiguo ritual, el rito de iniciación de los jóvenes que entraban en su vida adulta. Cuando el niño llegaba a la pubertad, era alejado de su casa y llevado al bosque, donde debía permanecer solo, sometido a una serie de pruebas muy duras. Si el joven salía victorioso, se transformaba en hombre y podía portar armas,  regresaba a su aldea y contraía matrimonio.
La estructura esquemática de los cuentos favoreció su conservación y transmisión, convirtiéndolos en lectura privilegiada para los niños. Durante mucho tiempo en la literatura infantil se recurrió a estos cuentos, hasta que en la década del 60, se comenzaron a cuestionar por la crueldad y violencia que contenían.
El historiador Robert Darnton, compara versiones de los cuentos de hadas y destaca el nivel de violencia, crueldad y sexo que aparece en esas versiones, a diferencia de las que han llegado hasta nosotros. Existen muchas diferencias entre el cuento “Caperucita roja” original y el que conocemos hoy en día. Darnton establece una estrecha relación entre los motivos que se repiten en los cuentos de hadas y la realidad social en la cual esos cuentos eran contados.
Según de donde provengan, las versiones tienen matices diferentes.
En cambio, el filósofo Walter Benjamin, afirma que las narraciones orales siempre dejan una enseñanza, ya sea moral o práctica; pero lo que caracteriza las buenas narraciones, es que esa enseñanza queda entreverada en la trama de la experiencia vivida y la audiencia es la que extrae su propia enseñanza, su propia interpretación. Las buenas narraciones sobreviven en el tiempo y pueden ser escuchadas una y otra vez, y cada vez el lector o el oyente le encuentran un sentido diferente. Y como la narración tiene que ver con la experiencia, cuanta más experiencia acumulada, más autoridad tendrá el narrador.


Trama narrativa o causal

No existe historia si no hay narración, sostiene Hayden White. Según White, lo que hace que una sucesión de hechos se transforme en historia es la trama narrativa, que torna la sucesión cronológica de los hechos en un encadenamiento de causas y consecuencias. Pero para poder vincular los hechos de manera casual, es necesaria una perspectiva, una distancia que permita evaluarlos a partir de sus consecuencias. Toda narración histórica se hace desde un lugar, donde se ubica el historiador para jerarquizar los hechos.
Lo que permite dar a los hechos una trama causal o narrativa es la evaluación que hace aquel que está contando la historia y que deriva de la consecuencia que esos hechos tuvieron para la cultura a la que pertenece. A través de la secuencia, la narración impone coherencia a los hechos.


El narrador

El narrador no es el autor. El autor es la persona que escribe, en cambio el narrador es la persona que lee el texto. El narrador es una “voz” que narra, es el que anuncia ese relato.
Se pueden establecer dos tipos de narrador, uno en primera persona, que participa en los hechos, que cuenta su historia o interviene de alguna manera en ella, y un narrador en tercera persona, que es quien cuenta las cosas que le suceden a otro y está fuera de los hechos que narra.

Representación de la subjetivad en la narración antes y después del siglo XX.
Toda narración implica una trama causal. Se trata de una causalidad externa, que une los hechos que se narran, pero también tiene una dimensión interna relacionada con la intencionalidad de los personajes. Lo que hay en el cuento de tradición oral son actantes, personajes que encarnar las acciones; no se los describe ni se cuenta demasiado sobre su vida, tampoco hay lugar para los pensamientos de los personajes. Esta característica se modifica en la ficción escrita, fundamentalmente en la novela. Los personajes adquieren subjetividad, hasta tal punto que los conflictos se plantean como conflictos internos. En la literatura del siglo XX, se ensayaron distintas técnicas para representar la subjetividad. Uno de ellos es el monólogo interior, que representa la conciencia y el pensamiento de los personajes.
La aparición del narrador en primera persona logra también subjetividad, porque un narrador que cuenta las cosas que a él le pasaron permite el acceso a su mundo interior.  Otra técnica para adquirir subjetividad es el procedimiento de la visión o del punto de vista: a través del punto de vista de los personajes, se puede acceder a su perspectiva, o su modo de ver el mundo.
La ficción tiende a subjetivizarse cada vez más, a dar un peso cada vez mayor a la interioridad de los personajes. Una forma es a través del punto de vista y otra forma es el narrador en primera persona.


La funcionalidad del relato

Según Rolan Barthes, en un relato todo tiene una función. Todo elemento que aparece en el relato tiene un correlato. Hay distintos tipos de funciones.
Las funciones cardinales o núcleos, son las acciones que se vinculan a la trama causal, las que conforman el esqueleto, la estructura básica del relato. Todas ellas son consecuencia de otras acciones y ninguna puede ser eliminada sin transformar la historia. Los núcleos hacen avanzar el relato formando una secuencia. A su vez, entre los núcleos, se suelen insertar acciones menores, que no tienen la misma importancia que las funciones cardinales; a éstas acciones Barthes las llama catálisis. Las catálisis dilatan la consecución casual del relato y pueden crear suspenso. Estas acciones secundarias tienen otro tipo de función denominada indicios.
Ricardo Piglia propone que todo cuento cuenta dos historias, una visible y una secreta. La historia secreta, no es algo oculto, sino simplemente una historia que se cuenta de manera enigmática. Cada una de esas dos historias responde a una lógica, a una causalidad diferente, y los mismos elementos participan entre ambas.
Todos los elementos que forman parte del relato tienen alguna función. En algunos casos, esa función, está directamente vinculada con la trama narrativa; en otros, descansa más en la capacidad del lector para realizar inferencias que apelan a sus esquemas socioculturales y a su enciclopedia. Ambos tipos de funciones se complementan, e incluso se superponen.


Pacto ficcional

Según Umberto Eco, existe un pacto ficcional entre el autor y el lector de ficción.  En donde el lector acepta que lo que está leyendo son hechos imaginarios, pero no son mentiras. Así como el autor finge que los hechos que cuenta ocurrieron, el lector suspende su incredulidad.
Aunque se esté en un mundo maravilloso, donde ocurren cosas que no ocurren en el mundo real, se mantienen ciertos elementos del mundo real. Si esto no sucediera, no habría comunicación (la comunicación descansa sobre los códigos comunes o compartidos por emisor y receptor, y el código sociocultural es parte de esa competencia).

Verosimilitud
Lo verosímil es lo que parece verdadero porque se ajusta o adecua a la opinión más generalizada. En cuanto a lo verosímil aplicado a la ficción, Todorov dice que cada genero ficcional elabora su propio criterio de verosimilitud.  La ficción ha sido definida como un “acto de habla lúdico”, de la naturaleza del juego. Los chicos, cuando juegan, entran en un  mundo que no es real, participan de ese mundo aún sabiendo que no es real. Cuando se lee un texto de ficción sucede algo similar, se suspende la incredulidad o la duda de lo que se está leyendo.
Un procedimiento para crear verosimilitud es introducir nombres propios que remiten a lugares o a personajes que tienen una existencia fuera de la ficción. Y también inventar nombres que parezcan reales.

La descripción en el Romanticismo, en el Realismo y en la Actualidad
En la descripción el tiempo se detiene. El orden en el que se presentan los elementos a describir, es elección del que describe. La narración tiene una cierta restricción de orden; se lo puede invertir, pero hay un orden natural.
La descripción procede por análisis, por descomposición del objeto en elementos. La denominación del objeto no aparece, si se describe algo sin nombrarlo, estamos en presencia de una descripción con rasgos de adivinanza. Por otro lado puede haber descripciones donde sólo se haga mención a las partes, sin ningún tipo de predicación (como en el caso de los avisos clasificados, que sólo enumeran ambientes e instalaciones de un inmueble), o a la inversa, sólo predicación, sin mención de las partes. 
Otra característica de la descripción es la posibilidad de repetir hasta el infinito la misma estructura: se describe un objeto, se lo descompone en partes y, a su vez, cada una de esas partes puede transformarse en objeto de una nueva descripción.
Con el Romanticismo, la descripción empieza a adquirir estatuto literario. Los románticos se valen de ella para representar los estados de ánimo; la descripción de un paisaje, de un lugar. La metonimia es una figura retórica frecuente en el lenguaje corriente, una figura de desplazamiento por contigüidad: para referirnos a un objeto, mencionamos otro que está en contacto con él. 
El Realismo utiliza la descripción para producir impresión de realidad. En las grandes novelas del siglo pasado, abundan las descripciones extensas, plenas de detalles. Muchos de esos detalles descriptivos, aparentemente inútiles, están allí para crear en el lector una ilusión de realidad, para hacer verosímil lo que se cuenta.
En la Actualidad, podemos ver imágenes en video, fotos, televisión, cine, lo que hace que los textos se detengan menos en descripciones y el lector se interese menos por ellas.

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